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martes, 17 de noviembre de 2009
Las Ferrari no son autos para que los conduzca cualquiera.
Esta frase bien podría ser cierta. Manejar una Ferrari es una experiencia a la que la mayoría de los humanos jamás podremos acceder. A lo sumo, muchos de nosotros nos sentiríamos felices con poder subir a una de ellas y dejar que algún afortunado piloto nos pasee por donde os plazca. Total, ya habremos cumplido nuestro sueño de viajar a bordo de uno de los autos más exclusivos del planeta.
Dicho esto, también podríamos hacer hincapié en la deportividad de los modelos de Ferrari, condición por la cual sería conveniente contar con algo de experiencia a la hora de intentar realizar una maniobra detrás del volante de algún modelo de Maranello. No sea cosa que pasemos un mal momento delante del público.
Pues eso es lo que no se esperaba el Presidente de Ferrari, Luca de Montezemolo, hombre de sobrada experiencia a bordo de “sus” autos. Sucede que en el Ferrari World Finals, una exhibición llevada a cabo en Valencia, el hombre quiso tener un buen gesto con los fanáticos acercando a las gradas el vehículo en el que se paseaban Felipe Masa y Fernando Alonso, por lo que llevó la Ferrari a la grava, creyendo que sus habilidades conductivas lo harían salir airoso del escollo. Nada de eso, como debía suceder, y ante la atónita mirada de los pilotos, el auto hundió sus ruedas traseras hasta el parachoques, debiendo ser auxiliado por los ayudantes de pista.
Allí quedo la Ferrari California descapotable, junto al presidente y a las discretas y cómplices sonrisas del brasileño y el español. No sea cosa que el jefe se enoje.
Como os dije, las Ferrari no son autos para que los conduzca cualquiera. Aunque vale decirlo, hasta el presidente de Ferrari puede meter la pata.